Editorial
por:Leonardo Rivadeneira
Hemos apoyado desinteresadamente a la UPSE difundiendo información de los procesos académicos, culturales y sociales que generan, creemos que la institución matriz del conocimiento debe permanecer porque es la esperanza de una población que quiere salir del subdesarrollo, sin embargo, tenemos que ser críticos, cuando observamos que sus principales autoridades a sabiendas de las deficiencias que mantiene la universidad, van en cámara lenta en un proceso de acreditación que ya debieron sortearlos con solvencia, más aún cuando la misma SENESCYT les ofreció un manual de estandarizaciones que no son nada del otro mundo, que tienen que cumplir para desterrar sus falencias si quieren alejarse de la mediocridad y encaminarse a la excelencia.
Esta lentitud, ha provocado que muchos estudiantes sientan temor de que las profesiones que están tomando no se acrediten, que los ingresos a ciertas carreras estén en el limbo, generando exclusión, creando un malestar estudiantil que preocupa. Se escucha a padres de familia peninsulares que están pensando enviar a sus hijos a estudiar a Guayaquil. Situación que contradice el objetivo por el que fue creada esta institución hace 13 años, que ocasionó grandes esfuerzos y la lucha de muchos peninsulares, entre ellos el actual rector, para que los peninsulares se preparen y profesionalicen aquí.
Es inexplicable esta situación, más aún, ahora que las máximas autoridades devengan unos sueldos privilegiados que por ley les corresponden: el Rector de la UPSE gana $ 5600, los Vicerrectores reciben $ 4700 y los Decanos $ 4200 mensuales, el presupuesto anual hace dos años era de $ 6.200.000 el actual alcanza los $ 13.000.000, cantidad casi igual a los presupuestos anuales de los municipios locales, y a pesar de poseer la mejor virtud que es el conocimiento, la institución desperdicia talento humano por falta de autogestión, manteniendo irónicamente una imagen de pobreza, provocando en los estudiantes abulia ante esa realidad
El estudiantado espera más de sus autoridades, el proceso de acreditación parece un secreto de estado. La universidad a más de preparar profesionales debe incrementar la investigación como fuente de productividad y desarrollo, inmiscuirse más en los problemas sociales, acrecentar los laboratorios de informática, propender al desarrollo regional y que ciertos docentes de alto nivel asienten en publicaciones periódicas, argumentaciones que permitan conocer hacia donde dirigen sus procesos de enseñanza.
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